La interventoría en proyectos de infraestructura, especialmente en el contexto colombiano, ha evolucionado significativamente gracias a la integración de tecnologías avanzadas. Tradicionalmente, esta práctica se centraba en garantizar que las obras se realizaran de acuerdo con los diseños y documentos contractuales establecidos. No obstante, el papel de la tecnología ha sido un catalizador en este ámbito, revolucionando la forma en que se lleva a cabo el seguimiento y control de las obras.
Con la introducción de herramientas como plataformas digitales, drones y técnicas de telemetría, los interventores ahora tienen la capacidad de monitorizar proyectos de manera más detallada y en tiempo real. Esto no solo ha mejorado la eficiencia operativa sino que también ha permitido una adaptabilidad sin precedentes, asegurando el cumplimiento de especificaciones y documentos contractuales. La capacidad de acceder a informes desde cualquier ubicación ha expandido las posibilidades de seguimiento y control, convirtiéndolo en una función proactiva más que reactiva.
El papel del interventor ha evolucionado, pasando de ser un observador conservador a convertirse en un gestor proactivo capaz de anticiparse a los desafíos. La tecnología, junto con el análisis de data en tiempo real, permite no solo un control más riguroso, sino también la previsión de problemas potenciales para mitigarlos antes de que ocurran. Este cambio ha proporcionado a los profesionales nuevas herramientas para mejorar la calidad y eficiencia en la gestión de proyectos de infraestructura.
Además, el enfoque se ha desplazado hacia una colaboración interdisciplinaria más estrecha y la integración de prácticas sostenibles. A medida que el mundo se inclina cada vez más hacia la sostenibilidad, los interventores tienen una oportunidad única para liderar la implementación de innovaciones que promuevan una construcción responsable y eficiente en el uso de recursos, asegurando al mismo tiempo el cumplimiento de las regulaciones medioambientales.
La compra pública de innovación (CPI) representa un medio crucial para desarrollar proyectos que resuelvan necesidades reales de las administraciones públicas. Estas adquisiciones permiten no solo la integración de innovaciones ya disponibles en el mercado, sino también la creación de nuevas soluciones a través de diversos modos, incluyendo la compra precomercial y la compra de tecnología innovadora.
Los contratos de CPI suelen involucrar fases de investigación y desarrollo seguidas de una fase de adquisición comercial, lo que genera una complejidad administrativa añadida. Este enfoque requiere de una planificación minuciosa, que prevé los riesgos futuros a través de la implementación de estrategias y herramientas para minimizar sus impactos.
Para gestionar contratos de CPI de manera adecuada, es esencial llevar a cabo un proceso de planificación exhaustivo. Este proceso debe comenzar con la identificación de necesidades, seguido de consultas preliminares al mercado para obtener información precisa y actualizada que fortalezca la formulación del contrato.
Un control eficiente de la ejecución del contrato es vital para mitigar riesgos. Esto se logra a través de la implementación de cronogramas, hitos y entregables bien definidos, así como un sistema de certificados de conformidad ligados al pago de los contratistas. Además, un comité técnico puede ofrecer valor agregado mediante asesorías especializadas, garantizando así una correcta ejecución del contrato.
La evolución en la supervisión de proyectos de infraestructura y la compra pública de innovación refleja un cambio significativo hacia la incorporación de tecnologías avanzadas. Este cambio ha permitido mejorar la eficacia, adaptabilidad y proactividad en la gestión de proyectos, asegurando que se alcance un nivel superior de cumplimiento y calidad.
Los interventores ahora cumplen un rol más activo en garantizar que las obras sigan un enfoque sostenible, lo que representa una oportunidad para liderar el camino hacia una construcción más responsable y eficiente en el uso de recursos.
Para los profesionales en el campo, la integración de tecnologías emergentes como los sistemas de telemetría y plataformas de monitoreo en tiempo real redefine la función tradicional del interventor, permitiendo un cambio hacia una supervisión de proyectos más dinámica y anticipada.
En cuanto a la gestión de contratos CPI, la implementación de etapas bien definidas desde las fases de I+D hasta la adquisición comercial asegura una reducción significativa de riesgos, siempre que se mantenga una planificación preliminar exhaustiva y un sistema de control robusto durante la ejecución del contrato. Esto no solo potencia la innovación, sino que también maximiza la eficiencia y el uso de recursos públicos.
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